Como ya os he comentado hace poco, llevo unos meses jugando en la web Comunidad Umbría, una web preparada para jugar a rol vía foro. Aparte de dirigir una partida de Traveller (¡la campaña de financiación para sacar el juego en castellano está activa en este momento!), participo como jugador en otras cinco partidas. Interpreto a un caballero artúrico, un saqueador marciano anarquista, un montaraz edain de la Primera Edad, un Mago moderno... y al gerente de una cafetería.
No un gerente que en realidad es un vampiro, o un gerente que se va a ver envuelto en un crimen, o nada que tenga que ver con cosas sobrenaturales o aventuras. Es un señor que trabaja en una cafetería. Y le pasan cosas normales. Se podría decir que es una comedia roméntica o una sit-com. Por no tener, no hay ni sistema de juego, porque no hay más conflicto que el personal. Es bastante probable que la partida no se pudiera calificar como "juego de rol", sino más bien como "teatro improvisado".
Hace un par de días, la directora de juego nos ha comentado que cuidado con que los PJ empiecen a liarse entre ellos, porque sí, eso está bien, y está permitido (la partida es para mayores de 18 años), pero que no es la primera vez que dirige algo así y que sabe, por haberlo visto en muchas ocasiones, que los celos y los malos rollos saltan del mundo rolero al mundo real y la gente se enfada, abandona la partida, se obsesiona con su otra vida, etc.
Como la partida es privada y no quiero citar a otras personas, me voy a citar a mí mismo. Esto es lo que he puesto como aportación a la discusión:
Es importante lo que ha comentado la jefa. Esto es un juego, pero como me dijo una vez un buen amigo, un juego muy especial y, emocionalmente, quizá incluso peligroso. Hay que tenerlo en cuenta, y más en una partida en la que no tenemos un monstruo al que vencer. Los únicos monstruos de esta partida somos, en potencia, nosotros. Cuidado. Y lo digo en serio.
Jugando al rol se termina conociendo mucho a la gente. Y aunque estamos interpretando a personajes ficticios, los interpretamos como máscaras de nuestros propios yoes reales. Yo no soy Sam, pero Sam no puede ser sino una parte de mí, una sombra o una faceta. Lo mismo con todo el resto de jugadores y PJ. Una herida emocional a una parte de nosotros mismos sigue siendo una herida emocional.
Así que divirtámonos todos teniendo siempre presente que toda acción tiene sus consecuencias. Besitos y abrazos.
Como igual recordáis alguno, hace cosa de un año dejé una partida de rol por foro ambientada en el universo de Star Trek. Y la razón no fue tanto por el ritmo de la partida (que era lento) como por razones ajenas a la partida. Básicamente, luchas de poder, facciones enfrentadas y mal rollo del mundo real
Es posible que jugando en mesa uno pueda llegar a identificarse menos con su personaje. Sé que a mí me pasa cuando juego al rol con figuritas: aunque me gusta como al que más una mazmorra tipo HeroQuest bien ambientada y con docenas de miniaturas pegándose, y agradezco el reto táctico, me da la impresión de que las cosas le están pasando a mi personaje, o casi a la figurita de la mesa. La identificación es más complicada para mí en este aspecto.
Suelo sentirme mucho más identificado con mi personaje cuando la acción tiene lugar por completo en mi mente. Cuando el director de juego habla y yo me imagino cómo actúa mi personaje. En esos casos, me gusta pensar como pensaría mi personaje y actuar como me parezca que deba actuar. Aunque muchas veces accedo a "metarolear" y hacer algo porque creo que es bueno para la partida, más que por mi que sea coherente para mi personaje, no han sido ni una ni dos las veces que he mandado a la porra la misión principal para actuar como creo que debía actuar, y al diablo con todo.
Cuando juego vía foro, la identificación es aún mayor. No sé por qué. Supongo que tendrá que ver con el hecho de que es un estilo más literario, en el que combinas lo que dice el personaje con lo que piensa. Una vez un compañero rolero me comentó que ellos jugaban en partidas de rol por foro sin expresar los pensamientos internos de sus personajes, y que consideraba que esto era mejor para la partida, porque no se podía "metarolear" tanto: al personaje lo definían sus acciones, no sus pensamientos. Pero esta es una postura menos común, y en mi experiencia, es mucho más habitual que en una partida de este tipo se escriban tanto las cosas que dice tu PJ como aquellas que piensa.
Y ahí es cuando llegamos a la cuestión "emocionalmente peligrosa" que comentaba en mi intervención en la partida. En que al final nunca somo capaces de interpretar sino a algo que nos tiene que salir de dentro. Quizá en una partida llevamos a un tipo violento y psicópata, pero no podremos más que interpretar la visión que nosotros tenemos de lo que es ser así. De ahí que piense que todos nuestros personajes no son sino facetas de nosotros mismos, constructos mentales creados a partir de nuestros pensamientos. Sombras de nuestro propio ser, puestas a vivir en una situación extraña a nosotros.
Esto es poderoso, es creativo y, como muchas otras experiencias exploratorias, puede ser peligroso. Nunca olvidaré lo mal que me sentí una vez que le corté la mano a un ladrón en una partida con ambiente árabe. Aunque estuviera justificado. ¿Yo era capaz de eso? Y lo mismo puede suceder cuando crees que el Universo (o los directores de juego...) están en tu contra. O cuando alguien te traiciona en una partida y tu sientes esa traición como algo que te han hecho a ti y no a tu personaje. Comprensible si tenemos en cuenta que nuestros personajes no son sino aspectos de nosotros mismos.
Con todo esto no quiero decir que haya ningún peligro en los juegos de rol. Yo en las partidas en las que he terminado no pasándolo bien, no he tenido más que abandonarla y ya está. La vida continúa. La real. Simplemente quiero decir que la próxima vez que a alguien se le muera el personaje en una trampa estúpida, o cuando su personaje sea traicionado o herido, no os sorprendáis ante una reacción aparentemente exagerada del jugador. Mucha gente pone mucho de si misma en sus personajes. Y eso tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.
Hoy me ha quedado una entrada filosófica. No está mal para empezar el año ;).
Saludetes,
Carlos